Sobre Cartas a un joven poeta, de Rilke
Hace poco leí las Cartas a un joven poeta, que Rainer María Rilke escribió entre 1903 y 1908 a Franz Xaver Kappus.
Su lectura me conmovió mucho pero a la vez me generó algunos reparos, el primero de ellos causado por las similitudes de algunas ideas de Rilke con el pensamiento new age, es decir, un pensamiento mágico, individualista y subjetivista, en el sentido más reaccionario de la palabra. Valgan algunas citas de ejemplo: " [a propósito de la crítica artística] Dese usted siempre razón, y désela a sus sentimientos ante cada discusión, nota crítica o prólogo de tal laya"; "Lo futuro está fijo, querido Kappus"; "Deje hacer a la vida: la vida tiene razón en todos los casos".
Vale hacer algunas objeciones al señalamiento del párrafo anterior. En primer lugar, es necesario contextualizar las cartas, que Rilke dirige a un destinatario particular en un momento particular: le escribe a un joven e incipiente escritor que estudia y vive en una escuela militar alemana a principios del siglo XX. Rilke había estudiado en la misma institución años atrás y la había padecido. Su defensa de la experiencia individual y por fuera de parámetros estrictamente racionales seguramente contrastaba con la excesiva rigidez del entorno de Kappus, y muy probablemente fue un necesario contrapeso a ella. En cambio, la exacerbación de la individualidad y la irracionalidad de la new age no son contestatarias, más bien se amoldan al discurso hegemónico del neoliberalismo.
Otra razón, aún más inapelable, por la cual el pensamiento de Rilke no es asimilable al de la new age es su asunción de lo trágico. Aclaro que, según la traducción que consulté y hasta donde recuerdo, Rilke no usa esa palabra, y no sé si estaría de acuerdo con ella. Aquí la uso para referirme a la asunción del sufrimiento y la gravedad inherentes a la condición humana. La expresión de estas ideas da lugar a algunos de los momentos más interesantes de las cartas: "Poco sabemos; pero que debemos mantenernos en lo difícil es un certeza que no nos abandonará"; "Si nos fuese posible ver más allá del término a que alcanza nuestro saber [...], sobrellevaríamos nuestras tristezas con mayor confianza que nuestras alegrías".
Aun así, discrepo de una idea subyacente al pensamiento de Rilke: la concepción del individuo como un ente completo en sí mismo, cuyo único objetivo es desarrollar sus potencias interiores: "Es necesario [...] que no nos acontezca nada extraño, sino solo aquello que nos pertenece desde hace largo tiempo. [...] lo que llamamos el destino sale de los hombres, no que entra en ellos desde afuera" Pareciera no quedar aquí lugar para el contacto con el afuera, para la fricción con los otros.
Esa idea de una subjetividad autosuficiente repercute en la concepción rilkeana del arte, y aquí vuelvo a disentir. Cuando lo aconseja sobre la creación literaria, Rilke exhorta a Kappus a desentenderse de los juicios ajenos y mirar únicamente a su interior. Entiendo que para la creación artística es necesario el recogimiento; que atenerse a los parámetros del canon o del mercado es muchas veces limitante para la imaginación y, por ende, desaconsejable; y que cuando un artista crea una obra porque tiene algo para decir y no porque busca gustar, siempre se arriesga a que su trabajo no sea comunicable, y está bien que corra ese riesgo. Ahora bien, como dije, se trata de un riesgo; es decir, en principio el arte busca ser comunicable, y la posibilidad de que no lo sea es siempre intimidante y dolorosa para el artista, tal como dice Carson McCullers en La visión compartida. Mantenerse indiferente al hecho de que nuestro arte llegue a un otro o no, tal como aconseja Rilke, implica una posición de superioridad del artista respecto de los demás que no comparto.
A pesar de esas discrepancias, las cartas me asombraron y emocionaron, por su consciencia del dolor, que ya mencioné, por su constante exhortación a la paciencia ("siempre el voto porque usted pueda hallar en sí bastante paciencia para sufrir y bastante ingenuidad para creer") y por bellezas como esta: "Pues también la creación espiritual proviene de lo físico, comparte su esencia, y es como una perpetua reproducción, más delicada, más maravillosa y perdurable, del placer carnal. [...] su goce, inefablemente bello y rico, lo es porque está henchido de heredados recuerdos del engendramiento y alumbramiento de millones de seres. En un pensamiento creador reviven mil noches de amor olvidadas que lo llenan de grandeza y elevación. Y aquellos que están juntos por las noches, entrelazados en voluptuosidad mecedora, hacen obra grave, y acumulan dulzuras, profundidad y vigor para la canción de algún poeta venidero que se levantará para decir las indescriptibles delicias"
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